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Inma Peris Alcobendas señala el lugar donde estuvo la papelería. Josele Bort
El Miguelete, papelería de la era analógica pionera en la venta de souvenirs en Valencia

El Miguelete, papelería de la era analógica pionera en la venta de souvenirs en Valencia

El establecimiento, abierto frente a la emblemática torre de la capital del Turia hasta 1985, vendía material de escritorio, el Calendario Zaragozano, recordatorios de Comunión, estampitas y postales de la ciudad

Laura Garcés

Valencia

Lunes, 21 de abril 2025, 00:43

Inocentes recordatorios de Primera Comunión, ilusionantes invitaciones de boda, pequeñas tarjetas para recordar el Bautismo del último en llegar a la familia y estampas con ribete negro para que el tiempo no borre la memoria de los que se van para siempre. Estilográficas Inoxcrom y Parker y papel de calco Kores para sacar copias desde la máquina de escribir. Tarjetas postales de Valencia -cuando el límite este de la capital aún no lo trazaba el blanco perfil del arquitecto Santiago Calatrava-, el mítico Calendario Zaragozano y el dietario de taco del Sagrado Corazón. Todo eso y más se vendía en la papelería El Miguelete, nombre de uno de los priemros establecimientos que vendió souvenirs en Valencia y que, como habrán adivinado, se encontraba enfrente del emblemático campanario de la Catedral de Valencia. Se acuerdan, ¿verdad? Sucedió en tiempos de papel.

Hasta allí se desplaza hoy LAS PROVINCIAS. Acompaña la visita Inma Peris Alcobendas, la última propietaria de un negocio al que ella llegó en 1971, pero que llevaba abierto «desde mucho antes, por los años cuarenta». A aquella joven que «no quería estudiar» su padre le buscó una tienda y la puso al frente. Aprendió el oficio con el dependiente que ya tenía la casa donde siguió trabajando hasta su jubilación. Inma poco a poco fue construyendo a su medida aquel establecimiento que cerró en 1985 y que recuerda «con mucho cariño».

Mostrador con la marca de estilográficas ya restaurado que se encuentra en la tienda Hair Up. Jesús Signes

Los propietarios «quisieron vender el local» y la papelería se vio abocada a cerrar su trayectoria desde el antiguo mostrador de madera y cristal que Inma, «como era muy joven», pintó de colores juveniles, pero que con el tiempo restauró para devolverle el clásico aspecto original que hoy luce en la tienda de pelucas y 'pelo para valenciana' de la esquina de María Cristina con San Vicente nacida del empuje emprendedor de Marisa Alcobendas, la madre de Inma.

El Miguelete «no era una papelería de las usuales, de las de material y libros escolares, no era de las que suelen ir los niños», advierte Inma. Por allí pasaban profesionales de los sectores más diversos, sacerdotes, canónigos y hasta algún arzobispo cuyo nombre Inma no recuerda. Pero dados los años en los que estuvo al frente del negocio pudo tratarse de don José María García Lahiguera o de don Miguel Roca Cabanellas.

«También venían clavariesas de toda la Comunitat» para encargar las estampas con las que dejar constancia de esa condición tan arraigada. En El Miguelete recogían los encargos de cualquiera de los recordatorios que se solicitaran y «los llevábamos a una imprenta que nos servía los pedidos».

Fachada de la papelería en la calle Miguelete en vísperas del cierre. Cedida por Inma Peris

Los profesionales buscaban «bolígrafos, rotuladores, libretas, folios, papel de calco», objetos propios de una sociedad analógica que a ojos de hoy pueden resultar tan curiosos como los «recambios para los bolis Inoxcrom». La oferta permitía también dar con la pluma estilográfica Inoxcrom, Parker o Swan, así como con carretes de fotografía y souvenirs que saciaban la demanda de un turismo que buscaba su lugar en las orillas del Turia. «Fuí de las primeras que vendió souvenirs; entonces sólo teníamos en El Miguelete, en Nela, en El Diluvio y algo en la plaza Redonda».

Uno de los productos estrella de la casa «era el Calendario Zaragozano», esa guía anual meteorológica tan popular de la que «vendíamos quinientas o seiscientas unidades cuando empezaba el año». Cifra notoria que tal vez llevaba escrito en su razón de ser el peso que todavía entre 1971 y 1985 tenía entre los valencianos la actividad del campo. También era alta la demanda de «estampitas» devocionales como aquellas en las que se leía: «El amigo que nunca falla», si bien las que «tenían mucho tirón eran las de la Virgen de los Desamparados», vecina de la casa a la que cada año veían pasar en el tradicional Traslado del día de su fiesta.

Inma llegó a contar con varias dependientas «con las que tuve mucha suerte» en unos años en los que «para encontrar personal se publicaba un anuncio en 'El Trajín' diciendo: busco aprendiza». Una de las seleccionadas pasó después a Hair Up hasta su jubilación. De no haber llegado el abrupto final, Inma «habría continuado. Me encantaba«. Papelería El Miguelete sirvió el bolígrafo y el papel con los que muchos valencianos habrán escrito su relato. Y narró también el suyo propio, el que a lo largo de los años la inscribió en la historia de Valencia como un comercio con personalidad.

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